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Adiós a Teclado y Ratón: Cómo la Realidad Virtual y Aumentada Están Reescribiendo las Reglas de Interacción Persona-Ordenador

David Carneros Prado

Adiós a Teclado y Ratón: Cómo la Realidad Virtual y Aumentada Están Reescribiendo las Reglas de Interacción Persona-Ordenador

Por David Carneros, investigador predoctoral en formación

Estoy seguro de que todos habéis visto en Twitter (o “X”) vídeos de personas por la calle caminando con las nuevas gafas de realidad aumentada/virtual de Apple, moviendo las manos de una forma bastante cómica. A primera vista, estos gestos pueden parecer un baile futurista o una nueva forma de comunicación secreta (¿reptilianos tal vez?). Sin embargo, lo que estamos presenciando es el inicio de una era en la que los periféricos que conocemos actualmente podrían convertirse en piezas del museo del hall de la ESI. Estas gafas, están redefiniendo la forma en que interactuamos con el mundo digital, prometiendo una integración más natural y directa entre humanos y máquinas.

Estas gafas, están redefiniendo la forma en que interactuamos con el mundo digital, prometiendo una integración más natural y directa entre humanos y máquinas.

Me acuerdo de mi primer contacto con un ordenador cuanto tenía seis años, aún recuerdo la fascinación que sentí al aprender a manejar el teclado y el ratón. Poco a poco, estos periféricos se convirtieron en extensiones de mi cuerpo, herramientas sin las cuales era difícil imaginarse cualquier interacción con la tecnología.

Con el tiempo tuve mi primer móvil (el mítico Nokia indestructible) y adapté mi cerebro a utilizar ese teclado diminuto en el que para escribir mi nombre tenía que pulsar 9 teclas. Y poco después viví mi primera revolución de la interacción, aparecieron las pantallas táctiles. De repente, el contacto directo con las interfaces digitales se convirtió en algo natural, eliminando una barrera física entre el usuario y el contenido digital. Esta transición de lo físico a lo táctil ya fue un salto enorme, pero lo que estamos presenciando con la realidad aumentada y virtual es aún más revolucionario.

La transición de lo físico a lo táctil ya fue un salto enorme, pero lo que estamos presenciando con la realidad aumentada y virtual es aún más revolucionario.

Las gafas de realidad aumentada/virtual, como las Vision Pro de Apple o las Quest de Meta, están marcando el comienzo de una era en la que las interfaces de usuario se vuelven aún más intuitivas, fluidas y personalizadas. La interacción basada en gestos y comandos de voz promete una inmersión total en el mundo digital, sin necesidad de mediadores físicos.

Imaginad por un momento nuestro mundo con esta nueva tecnología, en la que para programar no nos haga falta una pantalla, un teclado y un ratón, en la que simplemente con unas gafas y nuestras manos podamos programar. Pues es algo que ya es posible.

Sin embargo, esta transición hacia nuevas formas de interacción también plantea desafíos. Al igual que tuve que aprender cuando era pequeño a usar el ratón y el teclado, las nuevas generaciones tendrán que adaptarse a interfaces que quizás hoy nos parezcan futuristas. Además, las consideraciones sobre la accesibilidad y la inclusión se vuelven aún más críticas, asegurando que nadie quede atrás en esta nueva era tecnológica.

En conclusión, la evolución de la tecnología es imparable y nos está llevando a un cambio drástico en nuestra forma de interactuar con la tecnología. En un futuro no muy lejano, podremos ver a los alumnos en clase realizando sus prácticas “tecleando al aire” y nos parecerá normal. Pero, más allá de esta revolución inmediata, se vislumbra un horizonte aún más radical: las interfaces cerebro-ordenador. Aunque hoy día la realidad aumentada y virtual están reescribiendo las reglas de interacción, las BCI podrían representar el siguiente gran salto, permitiendo comunicaciones directas entre nuestro cerebro y las máquinas. Este futuro, aunque fascinante (y con aire distópico), también plantea preguntas éticas profundas sobre la privacidad, la autonomía y la identidad en un mundo donde nuestros pensamientos podrían no ser solo nuestros. Por ahora, nos quedamos con el futuro que podemos prever y manejar, pero el debate sobre lo que viene después, ciertamente, dará mucho de qué hablar.

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