IA y desinformación: el riesgo de los datos falsos
La Inteligencia Artificial (IA) está cada vez más integrada en nuestra vida diaria, haciendo avances extraordinarios en diversas áreas. Lejos de la visión distópica que hemos visto en películas como Blade Runner, 2001: A Space Odyssey y Terminator, la realidad es que la IA tiene el potencial para beneficiar a la sociedad en innumerables formas, aunque su desarrollo y aplicación no están exentos de desafíos.
Uno de los ejemplos más destacados de la presencia creciente de la IA es el software de diálogo recientemente lanzado, ChatGPT, que utiliza avanzadas técnicas de aprendizaje para sostener una conversación significativa, de manera similar a como lo haría un humano. En el Campus de Ciudad Real, un equipo de investigadores ha estado trabajando durante años en el campo de la IA. Entre ellos se encuentra el profesor José Ángel Olivas, quien también estudió con el creador de la lógica difusa, Lotfi Zadeh, un pilar fundamental en la IA, y el profesor Francisco Pascual Romero, ambos pertenecen al grupo de investigación Smile de la Escuela Superior de Informática en la Universidad de Castilla-La Mancha.
Olivas recuerda que la inteligencia artificial ha estado con nosotros mucho más tiempo de lo que la mayoría podría pensar. Sin embargo, el aumento en la potencia de computación en años recientes ha permitido el procesamiento de modelos que anteriormente eran imposibles de manejar. Esto ha facilitado el desarrollo de tecnologías como ChatGPT, que requieren de grandes cantidades de datos y una alta capacidad computacional para generar respuestas.
Sin embargo, vale la pena tener en cuenta que los datos utilizados por la IA no siempre son perfectos. ChatGPT, por ejemplo, se basa en datos recopilados de internet, lo que puede incluir información errónea o incluso falsa. Por ello, es esencial ser cauteloso y crítico con la información proporcionada por la IA, al igual que se debe hacer con cualquier fuente de información.
Olivas insiste en que la IA, por sí misma, no presenta peligros, siempre que se manejen correctamente los datos que utiliza. Los avances en la IA y la generación de imágenes pueden llevar a la creación de imágenes falsas o “deepfakes”, por lo que es necesario adaptar nuestros protocolos y ser conscientes de estos posibles riesgos.
Es importante recordar que la tecnología es solo una herramienta, y que siempre debe complementarse con la perspicacia humana. Como ejemplo, Olivas recuerda los incidentes que surgieron cuando los conductores confiaban ciegamente en las indicaciones de su GPS en lugar de usar su propio juicio.
A pesar de estos desafíos, la IA está impulsando cambios positivos en muchos campos, incluyendo la educación y el mundo empresarial. En la educación, por ejemplo, la IA permite invertir los roles tradicionales, llevando la tarea a la clase en lugar de hacerla en casa. En términos empresariales, Olivas sugiere que las empresas podrían necesitar especializar aún más los roles laborales, para adaptarse a los cambios introducidos por la IA.